La periodista Reyes Rincón, de EL PAÍS, publica que «el doctor Miguel Muñoz asegura que se quedó «descompuesto» el primer día que un compañero del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla fue a buscarlo a la UCI pediátrica, donde trabaja, para que le ayudara a frenar el linfoma que padecía su hijo. Era el año 2003, Muñoz llevaba más de 15 años investigando en sus horas libres un tratamiento contra el cáncer, pero nunca había aplicado en humanos sus hallazgos de laboratorio. Acababa de salir al mercado el Aprepitant, un medicamento que actúa como un antagonista de la sustancia P (una molécula presente en el organismo) en los receptores NK-1, el mecanismo en el que se asientan los estudios de Muñoz. «Había publicaciones que nos permitían saber que hasta 300 miligramos al día de este fármaco no hacían daño, así que probamos», recuerda Muñoz. El médico afirma que en aquel niño enfermo, que tenía cuatro años y estaba desahuciado, ya no hay ni rastro del cáncer». (Más en EL PAÍS)