La comunicación con personas de edad avanzada requiere un esfuerzo adicional para el interlocutor, ya sea un profesional de la salud, de la psicología, un familiar, o la persona a cargo de su cuidado. Es una labor compleja, que requiere tiempo y paciencia debido tanto al envejecimiento físico y mental como a los cambios sociales que se producen en su entorno. La capacidad de entender diferentes niveles de expresión va estrechamente ligada a las emociones, especialmente en el caso de las personas mayores. Una de las principales razones de esta limitación es el deterioro cognitivo, que les dificulta su reconocimiento.
Un estudio realizado recientemente por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y en el que también ha participado la Universidad Julius Maximilians de Alemania, ha concluido que, en concreto, son las emociones negativas del interlocutor las más susceptibles de no ser percibidas por las personas mayores. Según los expertos, la respuesta está en los numerosos elementos que entran en juego en la expresión facial cuando comunicamos algo negativo.
La carga cognitiva asociada a la comprensión de estos gestos, afirma la investigadora del departamento de Psicología Básica II de la UCM y coautora del trabajo, Marisa Delgado, “puede conllevar dificultades en la comunicación interpersonal de las personas mayores en situaciones sociales complejas donde tengan que atender de manera simultánea la expresión facial y otro tipo de información como los gestos o el mensaje de su interlocutor».
El método de trabajo llevado a cabo en esta investigación se ha basado en la proyección en una pantalla de emociones básicas como el miedo, la tristeza, la ira o la sorpresa, acompañada de una tarea secundaria, de tipo visual o verbal, en adultos entre los 40 y los 75 años y en jóvenes aproximadamente de unos 26 años.
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