Dice Javier Pradera en EL PAÍS: «Contra lo que afirma frívolamente la nueva ministra de Sanidad («no existe un clima social que demande este tipo de legislación»), la actual normativa sobre la materia ofrece ambigüedades que permiten su sombrío manejo. Sólo la generalización de la iniciativa andaluza al ámbito estatal crearía las condiciones para acabar con esos empecinados, crueles e inútiles tratamientos dilatorios aplicados a los agonizantes que hacen aún más terrible el hecho por sí mismo dramático de la muerte. Sirva como ejemplo el tétrico auto de fe escenificado hace cuatro años en el Hospital de Leganés por los inquisidores de la Comunidad de Madrid, tal vez discípulos del dignatario eclesiástico que -en una Semana Santa de Valladolid- puso como ejemplo de agonía a seguir por todo buen cristiano la atroz muerte en la cruz de Jesús de Nazareth».